Cuando caminás por la calle a la noche y te estás acercando a otro transeúnte, hay una secuencia inalterable. Primero aparece tu sombra, que obliga a la otra persona a ponerse rígida en situación de alerta. Segundo, cuando los dos cuerpos se alínean, su ojo periférico te hace un quick-scan buscando eliminar sospechas. Y tercero, vos lo sobrepasás por unos centímetros, donde una catarata bien Niágara de alivio recae sobre los hombros de nuestro personaje invitado.
A menos que seas medio retorcido y te hagas de sus bienes con un sevillanazo en la espalda.
A tu criterio.
(Dá 4 en realidad)
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